EL CANSANCIO Y EL ESTADO

Por: MI y Lic. Marco Agustín Ramírez Rodríguez

Byung-Chul Han plantea una de las tesis descriptivas más exactas de nuestra época: “La sociedad del cansancio”.

En su obra nos describe como una sociedad de rendimiento que va dejando atrás el yugo y la opresión del “otro”, quedando en su lugar la “auto-coerción” o “auto-opresión”. En su tesis señala que la sociedad capitalista ha cambiado el deber por el rendir, dejando al individuo sin tiempo para la vida; el tiempo se ha vuelto sólo una herramienta, ya sea para lograr el máximo rendimiento en el trabajo, para conseguir una salud absoluta, para rendir en las relaciones afectivas o sexoafectivas, etc. En la sociedad del rendimiento sólo nosotros somos los culpables del éxito o del fracaso en nuestras vidas, rendir no tiene límites a diferencia del deber, el rendimiento ya no se opone a otro como limitante o negatividad, sino que el rendimiento se vuelve sólo positividad contra nosotros mismos. El resultado: Depresión, ansiedad y suicidios.

Dice Han: “La peculiaridad de este campo de trabajo consiste en que uno es al mismo tiempo prisionero y vigilante, víctima y criminal, señor y vasallo. Nos explotamos a nosotros mismos. El explotador es al mismo tiempo el explotado. Ya no cabe distinguir entre criminales y víctimas. Nos matamos a base de optimizarnos para poder funcionar mejor. Un mejor funcionamiento se interpreta fatídicamente como mejora del yo”.

Pareciera entonces que se ha alcanzado la meta final del capitalismo, un lugar donde el Estado no pueda entrar a regular, a salvarnos, sin afectar libertades individuales; ese lugar inalcanzable por el Estado es el propio Yo. Cuando me he convertido en mi explotador con la falsa promesa de que rindiendo al máximo alcanzaré el éxito (si no lo alcanzo es porque no me esforcé lo suficiente), me he dejado a mí mismo sin defensas; resultaría una afectación a nuestra propia libertad el que un ente externo como el Estado pudiese limitar nuestra actuación o estableciera prohibiciones contra nosotros mismos, un externo no puede establecer obligaciones normativas que limiten la autoexploración, o tal vez puede, pero esa posibilidad es una afectación contra las libertades de las personas.

En otro lugar de nuestro colectivo existen los Derechos Sociales, entre los que se encuentra, por ejemplo, el derecho laboral, estos derechos por fundamento y naturaleza tienden a proteger al individuo que se encuentra en una situación social de vulnerabilidad. Parten de la premisa que las condiciones propias de la economía, de la sociedad o de la vida, van generando sujetos que se encuentran en situación de vulnerabilidad o de desventaja frente a los demás para ejercer plenamente sus libertades, no tienen las herramientas totales para realizarse de manera plena y no consiguen disfrutar de una vida digna como fundamento de la persona; por ello el Estado tiene que actuar como prestador, otorgando derechos o herramientas para que la persona pueda gozar de su plenitud y libremente decidir el rumbo de su vida, herramientas como alimentación, salud, vivienda digna, políticas de igualdad de género, etc.

Es justo aquí donde nuestra conexión de ideas aparece: ¿Cómo regular y permitir una vida plena en una sociedad del rendimiento? Si el individuo se ha vuelto el explotador laboral contra sí mismo, no existe un derecho laboral que pueda regular una jornada de trabajo máxima cuando en el ilusorio ejercicio de su libertad decide trabajar en  casa o en el cuarto de T.V. los domingos en la tarde; tampoco existe una prestación derivada del derecho a la salud que limite el excesivo rendimiento y urgencia de sanidad que ponga una pausa a las ganas de obtener una salud plena, urgencia que se vuelve en perjuicio de la propia salud (aunque sea mental). Entonces, en la sociedad del rendimiento ¿ha triunfado el capitalismo contra el individuo?, ¿Ya perdimos?…

Hoy pienso que si puede existir una solución que provenga del Estado y no sólo de las decisiones propias del individuo; tal vez, la solución política o estatal deba partir de generar nuevas visiones necesarias, en nuevas formas de sociedades; entender al Estado, como ente regulador social que limite prácticas en contra de las personas u otorgue prestaciones en su beneficio, como un organismo que conceda alternativas al rendimiento, a su vez, que sean estos lugares, supervisiones no coercitivas o incluso discursos, que permitan visibilizar y no sólo vigilar el estado actual de la sociedad, es decir, alternativas estatales que nos ayuden a protegernos libremente de nosotros mismos.Si bien, una solución a la sociedad del rendimiento luce difícil, volverlo formal o normativo parece imposible. Aunque de algo sí estoy seguro, aún en la sociedad del cansancio, de la depresión y del rendimiento: La búsqueda de soluciones sociales desde lo político y estatal debe volverse nuestra permanente exigencia.

Lic. Marco Ramírez Rodriguez

MI Y LIC. MARCO AGUSTÍN RAMÍREZ RODRÍGUEZ

Abogado fiscalista, constitucionalista y especialista en Derechos Humanos

Fundador y CEO de MR Boutique Legal

Director General de CIEJUF

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Editorial Ciejuf

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