EL YONQUI PROHIBIDO. Burroughs, Derecho humano a la salud y yonquis digitales

Vi estrellas en un cielo azul, radiante. Sentí el impacto físico del miedo a la muerte; el corte de la respiración; la detención de la sangre.

– William S. Burroughs, Yonqui

En su novela, Burroughs narra en primera persona la relación tóxica de Lee (él) con las inyecciones, desde su encuentro casual hasta su dependencia destructiva y decadente, que consideramos socialmente “mala” por afectar la salud y la “calidad de vida” de las personas (Sin mencionar los prejuicios sociales contra el adicto). Mientras Lee se “destruye”, la heroína moldea una forma de vida que, naturalmente, resulta una resistencia y un desafío a la norma impuesta por un sistema económico que siempre tiende a la autoprotección.

No resulta claro si la forma de vida precaria y excluida del yonqui es una consecuencia de su apasionado noviazgo con el opio, o si es producto de la norma que criminaliza la adicción y construye al adicto como un personaje fuera de la sociedad, un peligro para esta y sus modelos. Su dependencia, por naturaleza, es antinormativa, lo que configura un modelo de vida que se vuelve resistencia frente a la norma. La adicción es mortal, pero desafiante.

Hoy, las nuevas inyecciones no son de heroína; son de estímulos constantes, placer y dopamina. A través de las pantallas y las redes sociales, creamos nuevos adictos. Estas adicciones aparentan no ser mortales y tampoco son desafiantes: son normativas y aceptadas. El adicto ya no es rebelde; es quien respeta y se comporta conforme a la norma que produce el sistema económico y político. Su adicción, lejos de resistir, confirma y fortalece el sistema.

En 2025 sabemos que las pantallas y las redes sociales aplastan nuestro cerebro, nuestras capacidades cognitivas y nuestras facultades sociales. Basta con un simple googleo para encontrar decenas de estudios científicos que demuestran que el uso de pantallas y redes sociales en niños y adolescentes no solo afecta las funciones cognitivas, como la capacidad de aprendizaje, la atención y el desarrollo del lenguaje, sino que también modifica la morfología misma del cerebro, alterando procesos biológicos y químicos fundamentales.

Resulta entonces sospechoso que existan regulaciones y prohibiciones estrictas en materia de salud para sancionar sustancias y acciones que producen al adicto (no tolerado), mientras no haya ninguna prohibición o política que proteja a las personas de las adicciones económicas digitales, esas que son toleradas y fomentadas.

Un caso ejemplar en México ocurrió con la utilización del derecho penal e incluso del derecho constitucional para prohibir y castigar el uso y venta de “vapeadores”. En 2024, estos dispositivos tecnológicos fueron presentados como la ficción del enemigo público que amenaza la salud pública en México, mientras, paradójicamente, se permite la venta de cigarros, agentes nocivos para la salud, en cualquier comercio.

En Vigilar y Castigar, Foucault nos habla de la administración de ilegalismos. La ilegalidad y la ficción del delito y del delincuente son herramientas utilizadas en beneficio de quienes ejercen el poder. Bajo esta visión, se vuelve interesante ampliar el análisis y cuestionar quién se beneficia al prohibir las “malas” adicciones y permitir las “buenas”. ¿Cuál es el resultado político y económico de permitir que bebés, niños y adolescentes tengan acceso legal a todo tipo de pantallas y redes sociales, sin ningún tipo de regulación sobre su uso? ¿Por qué no existe, hasta ahora, una sentencia que aborde el derecho humano a la salud en relación con las obligaciones del Estado para proteger a estos nuevos yonquis?

El derecho penal no administra ilegalismos para proteger la salud pública; lo hace para preservar y perpetuar el estatus quo del poder político y económico. Las normas y narrativas distinguen entre los yonquis digitales, buenos y dignos de admiración, y los yonquis de opio, malos, enemigos del bien y las buenas costumbres.

Es crucial aprender a identificar y desenmascarar a los lobistas disfrazados de protectores y promotores de derechos humanos, defensores de la salud pública. Es necesario analizar toda reforma en materia del derecho humano a la salud y cuestionar las normas y discursos que celebran la destrucción de la mente, del pensamiento crítico y de la resistencia frente a la inminente desaparición del Homo sapiens.


Lic. Marco Ramírez Rodriguez

MI Y LIC. MARCO AGUSTÍN RAMÍREZ RODRÍGUEZ

Abogado fiscalista, constitucionalista y especialista en Derechos Humanos

Fundador y CEO de MR Boutique Legal

Director General de CIEJUF

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Un comentario

  1. Excelente análisis, una realidad muy preocupante.
    Al sistema lo q me importa es tener ” borregos” para dominar no importa que tipo de adicción sea permitido mientras no pienses, no analices, no cuestiones, que seas indiferente a todo.

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